El entorno geográfico de Orellana la Vieja ha sido bastante favorable para los asentamientos humanos en el correr de los tiempos. A modo de simples notas introductorias hay que citar la proximidad del Guadiana y el Zújar con las consiguientes vegas de aluvión en sus márgenes, lo que unido al carácter más o menos estratégico de los vados de los ríos nos hace pensar que propiciarían la instalación humana en sus cercanías.

TriedroEn primer lugar, y por seguir un orden cronológico, tenemos una muestra del Paleolítico Inferior. Se trata de un canto triédrico encontrado a pocos kilómetros de Orellana, en la Dehesa, en un lugar que debido a las características edafológicas y geológicas del suelo nos induce a pensar en una terraza fluvial del Gargáligas, en la que con futuras prospecciones arqueológicas podrían encontrarse indicios de la posible riqueza paleolítica de nuestra zona

 

Hachapulim.gifHachapulim2.gifHace algún tiempo recogimos en la zona de Villavieja gran cantidad de lascas talladas que podemos encuadrar en la cultura musteriense del Paleolítico Medio, y más recientemente hemos encontrado nuevos indicios de ocupación en la Sierra de Pela, en el paraje conocido como Cerro Bravo, y en la Sierra de Orellana en las proximidades del lugar denominado El Caño.

En ambos casos se trata de puntas musterienses trabajadas con la técnica Levallois, lo cual nos informa de un cierto grado de industrialización en la fabricación de útiles líticos durante el Paleolítico Medio.

De propiedad particular son las hachas pulimentadas aparecidas en superficie en las cercanías de Orellana, una en las proximidades del Cerro del Viso y la otra encontrada en la Sierra de Orellana mientras se efectuaban labores agrícolas en el olivar. Se trata de útiles muy abundantes desde el Neolítico y que por el pulimento esmerado que afecta a las piezas pudieran haber correspondido a enterramientos. Ambas piezas podríamos encuadrarlas en el Calcolítico (Edad del Cobre), puesto que la existencia de estos útiles no siempre implica que se trate de asentamientos neolíticos.

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No hemos de dejar de citar el abrigo con pinturas rupestres esquemáticas del Hoyo de Pela, aunque fuera del término municipal de Orellana, no deja de ser una prueba del paso del hombre prehistórico por las proximidades de Orellana.

Ya dentro del mundo protohistórico tenemos referencias bibliográficas de un torques de oro aparecido en el Castro de Villavieja en el siglo pasado.

Otro torques funicular con cierre de gancho, esta vez de plata, procedente de Orellana la Vieja se conserva actualmente en el Museo Arqueológico de Badajoz, al cual fue donado por A. Rodríguez Moñino en 1941. Fernández Avilés lo considera raro y aún excepcional, hasta el punto de que no conocemos en los hallazgos españoles, en cualquier metal, nada que le sea comparable.

Torques.gif.gifEn cuanto a su cronología, aunque pudo ser escondido en el siglo I a. C., su fabricación puede considerarse muy anterior, incluso de la Edad del Bronce, siendo más probable en las culturas de la segunda Edad del Hierro.

Hachatalon.gif.gifTambién existe en el Museo Arqueológico Provincial un hacha de bronce de talón y anillas procedente de Orellana la Vieja, que ha sido estudiada por Almagro Gorbea.

Donados por la misma persona y en idéntica fecha, procedentes también de Orellana se conservan en Badajoz tres asadores de bronce de tipo atlántico cuya tipología no había sido documentada en suelo hispano aunque son relativamente frecuentes en Portugal. Estos asadores han sido estudiados recientemente por J.J. Enríquez Navascués.

De estos inicios de la Protohistoria (Bronce Final y Período Orientalizante) es el fenómeno conocido por estelas de guerrero, siendo las comarcas de La Serena y Siberia extremeñas foco muy importante para el estudio de estas manifestaciones y el conocimiento del período, ya que en las referidas comarcas se documentan un gran número de ellas.

Estela.gifResaltaremos la denominada de Orellana la Vieja[13] y la que encontramos en el embalse del Zújar, en el término municipal de Castuera.

Ambas estelas nos informan sobre el elemento humano que realizó y usó de las estelas para rituales funerarios.

Se trataría de un sustrato indígena dedicado al pastoreo nómada que recibiría influencias diversas, tanto indoeuropeas como mediterráneas –a través del foco tartésico de Andalucía Occidental sobre el que actuaron los fenicios y griegos– aunque parece ser que con mayor peso de la segunda. Estas influencias están relacionadas con el comercio de metales que hubo de poner en contacto la cuenca del Guadalquivir con las del Guadiana y Tajo, en las que el control de los vados era importante, así como el de los pasos naturales que las comunican, para los indígenas que resaltaban su estatus social y de poder mediante la representación de armas y ajuares en las estelas que señalaban sus tumbas.

En la proximidades de Orellana la Sierra –al Sur y a orillas del embalse de Orellana– se encuentra la necrópolis de Los Tercios, pequeña en lo que pudimos observar cuando recogimos materiales de ella en el otoño de 1982 y saqueada previamente por desconocidos. Podían apreciarse una docena de enterramientos de inhumación e incineración que estaban destruidos, apreciándose montones de tierra excavada fruto del saqueo ya citado.

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Fibula.gif.gifDe estre sus materiales recogidos destacaremos varias urnas de incineración, platos grises de ofrendas procedentes del comercio fenicio con el Mediterráneo Oriental, o derivados de esos tipos, que podemos datar entre los siglos VIII y VII a. C.; restos de un cuchillo de hierro y una fíbula de doble resorte que además de los paralelos con las de Medellín y Cerro de San Cristóbal, hemos podido conocer otra de ese mismo tipo que se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz procedente de Gargáligas, pueblo de colonización de las Vegas Altas del Guadiana y próximo a Orellana la Vieja.

Por último haremos referencia a los castros como asentamientos estratégicos situados en zonas elevadas de serranías que también están documentados en Orellana la Vieja y sus alrededores; siendo de lamentar que estos restos no reciban la atención que debieran, pues, como decía el profesor Sayas Abengoechea, cuando ejercía la docencia en la Universidad de Extremadura, están muy descuidados por falta de presupuestos pese a ser un fenómeno muy abundante en las serranías extremeñas.

En el entorno geográfico que nos ocupa reseñaremos el denominado de Villavieja, sito en la parte más septentrional del término municipal de Orellana; y el de Cogolludo, en el paraje de tal nombre que domina el curso del Guadiana en un estrechamiento natural entre los términos de Puebla de Alcocer y Navalvillar de Pela. De ambos castros tenemos noticias bibliográficas pero sin investigar en profundidad.

El primero de ellos, de Villavieja, es bien conocido por los habitantes de Orellana y pueblos limítrofes; es por ello que se encuentra en tan lamentable estado de abandono y saqueo. Aún puede observarse bastante de su estructura y documentarse algunos restos cerámicos, muelas circulares para moler granos, así como tejas romanas (tégulas). De él nos informa brevemente J. J. Enríquez Navascués al decir que se encuentra por desgracia muy saqueado hoy día, pero en el que son bien visibles aún restos de una gran muralla ciclópea y zócalos de piedra de casas pequeñas de planta rectángular.[17]

No entraremos en analizar el fenómeno de los castros, pero sí recordar sus orígenes prerromanos que posteriormente fueron utilizados por los dominadores de la Península aprovechando su carácter defensivo y estratégico como avanzadas militares.

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